De la tradición del vino de Bullas dan testimonio algunas casas de campo y del casco viejo que aún conservan pequeñas bodegas familiares en sus sótanos. Y un Acta Capitular de octubre de 1849, con datos que nos aproximan al conocimiento de la manera de cultivar la viña y al sistema de elaboración del vino, todo un modo de vida entonces.
Vinos tintos, con una graduación mínima de 12% (vol.), deben contener un mínimo del 60 % de Monastrell y el resto de cualquiera de las otras variedades tintas acogidas: Tempranillo, Syrah, Merlot, Cabernet Sauvignon, Garnacha y Petit Verdot .
Vinos rosados, con una graduación mínima de 11% (vol.), deben contener un mínimo del 60 % de Monastrell y el resto de cualquiera de las otras variedades tintas acogidas: Tempranillo, Syrah, Merlot, Cabernet Sauvignon, Garnacha y Petit Verdot.
Vinos blancos, con una graduación mínima de 11% (vol.), elaborados con Macabeo, Airén, Malvasía, Moscatel de Alejandría, Moscatel de grano menudo, Chardonnay o Sauvignon blanc.
La ciudad de Bullas que da nombre a la denominación ha existido desde la época romana y alcanzó una cierta importancia durante el predominio árabe. Después, tras la reconquista en el siglo XIII, la zona prosperó gracias a la agricultura y los vinos se elaboraban para su posterior comercialización.